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Según publica la periodista Frida Svensson en el diario sueco Svenska Dagbladet de fecha 29 de marzo de 2016, la Agencia Tributaria Sueca (Skatteverket) ha incoado formalmente expediente para la declaración del fallecimiento del diplomático sueco Raoul Wallenberg.
Wallenberg (Kappsta, Suecia, 1912), desde la Embajada de Suecia en Budapest, en la que trabajaba de primer secretario, salvó de la muerte a miles de judíos, concediéndoles en 1944 pasaportes suecos. Posteriormente, en 1945, fue arrestado por las autoridades soviéticas, al parecer por considerar que trabajaba para los Estados Unidos como espía. Poco más se supo del diplomático, declarando las autoridades soviéticas en 1956 que habría muerto en 1947. A día de hoy continúa siendo grande el secretismo, tanto por parte de los Estados Unidos como de Rusia, que envuelve la desaparición y presunta muerte de este personaje.
La Ley de declaración de fallecimiento de Suecia, prevé que el expediente habrá de resolverse en el plazo de 6 meses. Según dicha norma, tal declaración puede ser instada por el cónyuge, pareja de hecho o herederos del desaparecido. En el caso de Wallenberg, este trámite se evacuó de la mano de su representante legal (cargo previsto por la norma jurídica que regula la patria potestad y demás relaciones paterno-filiales), según apunta la Jefa del Skatteverket (Agencia Tributaria Sueca) Pía Gustavsson. Por su parte, News IG ITON GADOL, manifiesta que tal iniciación del procedimiento sería a instancia del banco SEB, en concepto de “ejecutor de sus bienes”.
No se trata esta de una cuestión meramente formal, ya que el diplomático desaparecido pertenecía a una de las familias más ricas de Suecia. Siendo grandes sus vínculos con numerosas empresas, negocios e intereses financieros en este país, la efectiva declaración de su fallecimiento comportaría importantes consecuencias en materia sucesoria.
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